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domingo, 2 de enero de 2011

Elizabeth Bathory



Elizabeth Bathory


Hubo más de un drácula en la historia: su versión femenina fue Elizabeth Bathory, una mujer que nació en 1560 en el seno de una riquísima familia húngara. Elizabeth se inició desde su infancia de mano de su nodriza en estas artes ocultas de la brujería y creció con una especial atracción hacia la sangre. A los 11 años se prometió al conde Ferenz Nadasby y a los 15 años se casó con él. El conde era un guerrero al que se conocía como El Héroe Negro.

Juntos se marcharon a vivir al castillo familiar de los Nadasby, el castillo Csejthe, situado en la cima de una colina por los Cárpatos. Elizabeth fue aconsejada por su nodriza, quien le "informó" de que para conseguir la juventud eterna necesitaba bañarse en la sangre de una virgen. Su primera víctima fue una joven sirvienta que la peinaba. La joven dio un tirón a su pelo y Elizabeth la abofeteó con tal fuerza que la hizo sangrar. Su mano quedó manchada y Elizabeth, en su imaginación, creyó ver que el trozo de piel manchado de sangre rejuvenecía y tenía mejor aspecto que el resto de su cuerpo. Aprovechando su enfado y el irremediable deseo de llevar a cabo su plan Elizabeth ordenó que cortasen las venas de la joven sirvienta y llenaran la bañera con su sangre. Con este primer asesinato surgió su obsesión y terminó por viajar por los Cárpatos en su carruaje buscando niñas de las que se pudiera servir. Iba acompañada de sus doncellas; prometía trabajo y la pobre joven terminada secuestrada en el castillo tras ser azotada o drogada. En los sótanos del castillo las encadenaba y las acuchillaba para sacarles la sangre. De este desangramiento se ocupaban su sirviente, el verdugo, o la propia Elizabeth. Tras bañarse en la sangre ordenaba a sus sirvientas que le lamiesen la piel. Si las chicas no hacían asco, las recompensaba, pero si mostraban cualquier mueca de repugnancia, las torturaba hasta matarlas. Pronto los habitantes del pueblo se percataron de que las jovencitas que iban a trabajar al castillo desaparecían y no volvían a verlas.
Cuando los campesinos veían el carruaje de la condesa ya sabían que Elizabeth buscaba una nueva sirvienta.
Los pueblerinos empezaron a decir que el castillo estaba maldito y que en el habitaban vampiros. El rey Mathias II no les hizo caso hasta 1610, cuando envió una tropa de soldado bajo las ordenes del propio primo de Elizabeth, Gyorgy Thruso.
Los soldados encontraron en el suelo del salón una joven muy pálida que se estaba desangrando. Tenía el aspecto de haber sido torturada a palos y quemaduras. Sus investigaciones llegaron a descubrir 50 cadáveres sepultados en las inmediaciones del castillo.
En el sótano encontraron muchas víctimas aún con vida, terriblemente torturadas y suficientes cortes como para atestiguar que había servido de fuente de bebída para la condesa Bathory. Vieron que en el sótano había un artefacto (la dama de hierro) con forma humana que en su interior estaba lleno de pinchos. Ahí metían a las chicas; los pinchos atravesaban sus cuerpos; se alzaba la plataforma y la condesa se ponía debajo para ducharse con la sangre de las mujeres. Según la condesa, con la ayuda de sus secuaces, asesinaron a casi 650 niñas. Su meta, la de conseguir la sangre que necesitaba para conservar su belleza y juventud. La condena entre Elizabeth y sus secuaces tubo sus diferencias. A sus compinches se les decapitó o se los quemo en la hoguera, pero a Elizabeth era noble y amiga personal del rey húngaro, por lo que fue condenada a una muerte lenta. Fue emparedad en su propia habitación dejándole una ranura por donde le pasaban los desperdicios de la comida y algo de agua.
Cuatro años más tarde falleció sin haber pronunciado durante ese tiempo de prisión una sola palabra. Un día decidió no comer más y a los 54 años falleció de inanición en 1614 .

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