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martes, 30 de noviembre de 2010

El morador de las tinieblas -- H. P. Lovecraft


El morador de las tinieblas

H. P. Lovecraft


(Dedicado a Robert Bloch)

Yo he visto abrirse el tenebroso universo
Donde giran sin rumbo los negros planetas,
Donde giran en su horror ignorado
Sin orden, sin brillo y sin nombre.

Némesis


Las personas prudentes dudarán antes de poner en tela de juicio la extendida opinión de que a Robert Blake lo mató un rayo, o un shock nervioso producido por una descarga eléctrica. Es cierto que la ventana ante la cual se encontraba permanecía intacta, pero la naturaleza se ha manifestado a menudo capaz de hazañas aún más caprichosas. Es muy posible que la expresión de su rostro haya sido ocasionada por contracciones musculares sin relación alguna con lo que tuviera ante sus ojos; en cuanto a las anotaciones de su diario, no cabe duda de que son producto de una imaginación fantástica, excitada por ciertas supersticiones locales y ciertos descubrimientos llevados a cabo por él. En lo que respecta a las extrañas circunstancias que concurrían en la abandonada iglesia de Federal Hill, el investigador sagaz no tardará en atribuirlas al charlatanismo consciente o inconsciente de Blake, quien estuvo relacionado secretamente con determinados círculos esotéricos.
Porque después de todo, la víctima era un escritor y pintor consagrado por entero al campo de la mitología, de los sueños, del terror y la superstición, ávido en buscar escenarios y efectos extraños y espectrales. Su primera estancia en Providence -con objeto de visitar a un viejo extravagante, tan profundamente entregado a las ciencias ocultas como él1- había acabado en muerte y llamas. Sin duda fue algún instinto morboso lo que le indujo a abandonar nuevamente su casa de Milwaukee para venir a Providence, o tal vez conocía de antemano las viejas leyendas, a pesar de negarlo en su diario, en cuyo caso su muerte malogró probablemente una formidable superchería destinada a preparar un éxito literario.
No obstante, entre los que han examinado y contrastado todas las circunstancias del asunto, hay quienes se adhieren a teorías menos racionales y comunes. Estos se inclinan a dar crédito a lo constatado en el diario de Blake y señalan la importancia significativa de ciertos hechos, tales como la indudable autenticidad del documento hallado en la vieja iglesia, la existencia real de una secta heterodoxa llamada «Sabiduría de las Estrellas» antes de 1877, la desaparición en 1893 de cierto periodista demasiado curioso llamado Edwin M. Lillibridge, y -sobre todo- el temor monstruoso y transfigurador que reflejaba el rostro del joven escritor en el momento de morir. Fue uno de éstos el que, movido por un extremado fanatismo, arrojó a la bahía la piedra de ángulos extraños con su estuche metálico de singulares adornos, hallada en el chapitel de la iglesia, en el negro chapitel sin ventanas ni aberturas, y no en la torre, como afirma el diario. Aunque criticado oficial y públicamente, este individuo -hombre intachable, con cierta afición a las tradiciones raras- dijo que acababa de liberar a la tierra de algo demasiado peligroso para dejarlo al alcance de cualquiera.
El lector puede escoger por sí mismo entre estas dos opiniones diversas. Los periódicos han expuesto los detalles más palpables desde un punto de vista escéptico, dejando que otros reconstruyan la escena, tal como Robert Blake la vio, o creyó verla, o pretendió haberla visto. Ahora, después de estudiar su diario detenidamente, sin apasionamientos ni prisa alguna, nos hallamos en condiciones de resumir la concatenación de los hechos desde el punto de vista de su actor principal.
El joven Blake volvió a Providence en el invierno de 1934-35, y alquiló el piso superior de una venerable residencia situada frente a una plaza cubierta de césped, cerca de College Street, en lo alto de la gran colina -College Hill- inmediata al campus de la Brown University, a espaldas de la Biblioteca John Hay. Era un sitio cómodo y fascinante, con un jardín remansado, lleno de gatos lustrosos que tomaban el sol pacíficamente. El edificio era de estilo georgiano: tenía mirador, portal clásico con escalinatas laterales, vidrieras con trazado de rombos, y todas las demás características de principios del siglo XIX. En el interior había puertas de seis cuerpos, grandes entarimados, una escalera colonial de amplia curva, blancas chimeneas del período Aram, y una serie de habitaciones traseras situadas unos tres peldaños por debajo del resto de la casa.
El estudio de Blake era una pieza espaciosa que daba por un lado a la pared delantera del jardín; por el otro, sus ventanas -ante una de las cuales había instalado su mesa de escritorio- miraban a occidente, hacia la cresta de la colina. Desde allí se dominaba una vista espléndida de tejados pintorescos y místicos crepúsculos. En el lejano horizonte se extendían las violáceas laderas campestres. Contra ellas, a unos tres o cuatro kilómetros de distancia, se recortaba la joroba espectral de Federal Hill erizada de tejados y campanarios que se arracimaban en lejanos perfiles y adoptaban siluetas fantásticas, cuando los envolvía el humo de la ciudad. Blake tenía la curiosa sensación de asomarse a un mundo desconocido y etéreo, capaz de desvanecerse como un sueño si intentara ir en su busca para penetrar en él.
Después de haberse traído de su casa la mayor parte de sus libros, Blake compró algunos muebles antiguos, en consonancia con su vivienda, y la arreglo para dedicarse a escribir y pintar. Vivía solo y se hacía él mismo las sencillas faenas domésticas. Instaló su estudio en una habitación del ático orientada al norte y muy bien iluminada por un amplio mirador. Durante el primer invierno que pasó allí, escribió cinco de sus relatos más conocidos -El Socavador, La Escalera de la Cripta, Shaggai, En el Valle de Pnath y El Devorador de las Estrellas- y pintó siete telas sobre temas de monstruos infrahumanos y paisajes extraterrestres profundamente extraños.
Cuando llegaba el atardecer, se sentaba a su mesa y contemplaba soñadoramente el panorama de poniente: las torres sombrías de Memorial Hall que se alzaban al pie de la colina donde vivía, el torreón del palacio de Justicia, las elevadas agujas del barrio céntrico de la población, y sobre todo, la distante silueta de Federal Hill, cuyas cúpulas resplandecientes, puntiagudas buhardillas y calles ignoradas tanto excitaban su fantasía. Por las pocas personas que conocía en la localidad se enteró de que en dicha colina había un barrio italiano, aunque la mayoría de los edificios databan de los viejos tiempos de los yanquis y los irlandeses. De cuando en cuando paseaba sus prismáticos por aquel mundo espectral, inalcanzable tras la neblina vaporosa; a veces los detenía en un tejado, o en una chimenea, o en un campanario, y divagaba sobre los extraños misterios que podía albergar. A pesar de los prismáticos, Federal Hill le seguía pareciendo un mundo extraño y fabuloso que encajaba asombrosamente con lo que él describía en sus cuentos y pintaba en sus cuadros. Esta sensación persistía mucho después de que el cerro se hubiera difuminado en un atardecer azul salpicado de lucecitas, y se encendieran los proyectores del palacio de Justicia y los focos rojos del Trust Industrial dándole efectos grotescos a la noche.
De todos los lejanos edificios de Federal Hill, el que más fascinaba a Blake era una iglesia sombría y enorme que se distinguía con especial claridad a determinadas horas del día. Al atardecer, la gran torre rematada por un afilado chapitel se recortaba tremenda contra un cielo incendiado. La iglesia estaba construida sin duda sobre alguna elevación del terreno, ya que su fachada sucia y la vertiente del tejado, así como sus grandes ventanas ojivales, descollaban por encima de la maraña de tejados y chimeneas que la rodeaban. Era un edificio melancólico y severo, construido con sillares de piedra, muy maltratado por el humo y las inclemencias del tiempo, al parecer. Su estilo, según se podía apreciar con los prismáticos, correspondía a los primeros intentos de reinstauración del Gótico y debía datar, por lo tanto, del 1810 ó 1815.
A medida que pasaban los meses, Blake contemplaba aquel edificio lejano y prohibido con un creciente interés. Nunca veía iluminados los inmensos ventanales, por lo que dedujo que el edificio debía de estar abandonado. Cuanto más lo contemplaba, más vueltas le daba a la imaginación. y más cosas raras se figuraba. Llegó a parecerle que se cernía sobre él un aura de desolación y que incluso las palomas y las golondrinas evitaban sus aleros. Con sus prismáticos distinguía grandes bandadas de pájaros en torno a las demás torres y campanarios, pero allí no se detenían jamás. Al menos, así lo creyó él y así lo constató en su diario. Más de una vez preguntó a sus amigos, pero ninguno había estado nunca en Federal Hill, ni tenían la más remota idea de lo que esa iglesia pudiera ser.
En primavera, Blake se sintió dominado por un vivo desasosiego. Había comenzado una novela larga basada en la supuesta supervivencia de unos cultos paganos en Maine, pero incomprensiblemente, se había atascado y su trabajo no progresaba. Cada vez pasaba más tiempo sentado ante la ventana de poniente, contemplando el cerro distante y el negro campanario que los pájaros evitaban. Cuando las delicadas hojas vistieron los ramajes del jardín, el mundo se colmó de una belleza nueva, pero las inquietudes de Blake aumentaron más aún. Entonces se le ocurrió por primera vez, atravesar la ciudad y subir por aquella ladera fabulosa que conducía al brumoso mundo de ensueños.
A últimos de abril, poco antes de la fecha sombría de Walpurgis, Blake hizo su primera incursión al reino desconocido. Después de recorrer un sinfín de calles y avenidas en la parte baja, y de plazas ruinosas y desiertas que bordeaban el pie del cerro, llegó finalmente a una calle en cuesta, flanqueada de gastadas escalinatas, de torcidos porches dóricos y cúpulas de cristales empañados. Aquella calle parecía conducir hasta un mundo inalcanzable más allá de la neblina. Los deteriorados letreros con los nombres de las calles no le decían nada. Luego reparó en los rostros atezados y extraños de los transeúntes, en los anuncios en idiomas extranjeros que campeaban en las tiendas abiertas al pie de añosos edificios. En parte alguna pudo encontrar los rincones y detalles que viera con los prismáticos, de modo que una vez más, imaginó que la Federal Hill que él contemplaba desde sus ventanas era un mundo de ensueño en el que jamás entrarían los seres humanos de esta vida.
De cuando en cuando, descubría la fachada derruida de alguna iglesia o algún desmoronado chapitel, pero nunca la ennegrecida mole que buscaba. Al preguntarle a un tendero por la gran iglesia de piedra, el hombre sonrió y negó con la cabeza, a pesar de que hablaba correctamente inglés. A medida que Blake se internaba en el laberinto de callejones sombríos y amenazadores, el paraje le resultaba más y más extraño. Cruzó dos o tres avenidas, y una de las veces le pareció vislumbrar una torre conocida. De nuevo preguntó a un comerciante por la iglesia de piedra, y esta vez habría jurado que fingía su ignorancia, porque su rostro moreno reflejó un temor que trató en vano de ocultar. Al despedirse, Blake le sorprendió haciendo un signo extraño con la mano derecha.
Poco después vio súbitamente, a su izquierda una aguja negra que destacaba sobre el cielo nuboso, por encima de las filas de oscuros tejados. Blake lo reconoció inmediatamente y se adentró por sórdidas callejuelas que subían desde la avenida. Dos veces se perdió, pero, por alguna razón, no se atrevió a preguntarles a los venerables ancianos y obesas matronas que charlaban sentados en los portales de sus casas, ni a los chiquillos que alborotaban jugando en el barro de los oscuros callejones.
Por último, descubrió la torre junto a una inmensa mole de piedra que se alzaba al final de la calle. El se encontraba en ese momento en una plaza empedrada de forma singular, en cuyo extremo se alzaba una enorme plataforma rematada por un muro de piedra y rodeada por una barandilla de hierro. Allí finalizó su búsqueda, porque en el centro de la plataforma, en aquel pequeño mundo elevado sobre el nivel de las calles adyacentes, se erguía, rodeada de yerbajos y zarzas, una masa titánica y lúgubre sobre cuya identidad, aun viéndola de cerca, no podía equivocarse.
La iglesia se encontraba en un avanzado estado de ruina. Algunos de sus contrafuertes se habían derrumbado y varios de sus delicados pináculos se veían esparcidos por entre la maleza. Las denegridas ventanas ojivales estaban intactas en su mayoría, aunque en muchas faltaba el ajimez de piedra. Lo que más le sorprendió fue que las vidrieras no estuviesen rotas, habida cuenta de las destructoras costumbres de la chiquillería. Las sólidas puertas permanecían firmemente cerradas. La verja que rodeaba la plataforma tenía una cancela -cerrada con candado- a la que se llegaba desde la plaza por un tramo de escalera, y desde ella hasta el pórtico se extendía un sendero enteramente cubierto de maleza. La desolación y la ruina envolvían el lugar como una mortaja; y en los aleros sin pájaros, y en los muros desnudos de yedra, veía Blake un toque siniestro imposible de definir.
Había muy poca gente en la plaza. Blake vio en un extremo a un guardia municipal, y se dirigió a él con el fin de hacerle unas preguntas sobre la iglesia. Para asombro suyo, aquel irlandés fuerte y sano se limitó a santiguarse y a murmurar entre dientes que la gente no mentaba jamás aquel edificio. Al insistirle, contestó atropelladamente que los sacerdotes italianos prevenían a todo el mundo contra dicho templo, y afirmaban que una maldad monstruosa había habitado allí en tiempos, y había dejado su huella indeleble. El mismo había oído algunas oscuras insinuaciones por boca de su padre, quien recordaba ciertos rumores que circularon en la época de su niñez.
Una secta se había albergado allí, en aquellos tiempos, que invocaba a unos seres que procedían de los abismos ignorados de la noche. Fue necesaria la valentía de un buen sacerdote para exorcizar la iglesia, pero hubo quienes afirmaron después que para ello habría bastado simplemente la luz. Si el padre O'Malley viviera, podría aclararnos muchos misterios de este templo. Pero ahora, lo mejor era dejarlo en paz. A nadie hacía daño, y sus antiguos moradores habían muerto y desaparecido. Huyeron a la desbandada, como ratas, en el año 77, cuando las autoridades empezaron a inquietarse por la forma en que desaparecían los vecinos y hablaron de intervenir. Algún día, a falta de herederos, el Municipio tomaría posesión del viejo templo, pero más valdría dejarlo en paz y esperar a que se viniera abajo por sí solo, no fuera que despertasen ciertas cosas que debían descansar eternamente en los negros abismos de la noche.
Después de marcharse el guardia, Blake permaneció allí, contemplando la tétrica aguja del campanario. El hecho de que el edificio resultara tan siniestro para los demás como para él le llenó de una extraña excitación. ¿Qué habría de verdad en las viejas patrañas que acababa de contarle el policía? Seguramente no eran más que fábulas suscitadas por el lúgubre aspecto del templo. Pero aun así, era como si cobrase vida uno de sus propios relatos.
El sol de la tarde salió de entre las nubes sin fuerza para iluminar los sucios, los tiznados muros de la vieja iglesia. Era extraño que el verde jugoso de la primavera no se hubiese extendido por su patio, que aún conservaba una vegetación seca y agostada. Blake se dio cuenta de que había ido acercándose y de que observaba el muro y su verja herrumbrosa con idea de entrar. En efecto, de aquel edificio parecía desprenderse un influjo terrible al que no había forma de resistir. La cancela estaba cerrada, pero en la parte norte de la verja faltaban algunos barrotes. Subió los escalones y avanzó por el estrecho reborde exterior hasta llegar al boquete. Si era verdad que la gente miraba con tanta aversión el lugar, no tropezaría con dificultades.
Recorrió el reborde de piedra. Antes de que nadie hubiera reparado en él, se encontraba ante el boquete. Entonces miró atrás y vio que las pocas personas de la plaza se alejaban recelosas y hacían con la mano derecha el mismo signo que el comerciante de la avenida. Varias ventanas se cerraron de golpe, y una mujer gorda salió disparada a la calle, recogió a unos cuantos niños que había por allí y los hizo entrar en un portal desconchado y miserable. El boquete era lo bastante ancho y Blake no tardó en hallarse en medio de la maleza podrida y enmarañada del patio desierto. A juzgar por algunas lápidas que asomaban erosionadas entre las yerbas, debió de servir de cementerio en otro tiempo. Vista de cerca, la enhiesta mole de la iglesia resultaba opresiva. Sin embargo, venció su aprensión y probó las tres grandes puertas de la fachada. Estaban firmemente cerradas las tres, así que comenzó a dar la vuelta del edificio en busca de alguna abertura más accesible. Ni aun entonces estaba seguro de querer entrar en aquella madriguera de sombras y desolación, aunque se sentía arrastrado como por un hechizo insoslayable.
En la parte posterior encontró un tragaluz abierto y sin rejas que proporcionaba el acceso necesario. Blake se asomó y vio que correspondía a un sótano lleno de telarañas y polvo, apenas iluminado por los rayos del sol poniente. Escombros, barriles viejos, cajones rotos, muebles... de todo había allí; y encima descansaba un sudario de polvo que suavizaba los ángulos de sus siluetas. Los restos enmohecidos de una caldera de calefacción mostraban que el edificio había sido utilizado y mantenido por lo menos hasta finales del siglo pasado.
Obedeciendo a un impulso casi inconsciente, Blake se introdujo por el tragaluz y se dejó caer sobre la capa de polvo y los escombros esparcidos en el suelo. Era un sótano abovedado, inmenso, sin tabiques. A lo lejos, en un rincón, y sumido en una densa oscuridad, descubrió un arco que evidentemente conducía arriba. Un extraño sentimiento de ahogo le invadió al saberse dentro de aquel templo espectral, pero lo desechó y siguió explorando minuciosamente el lugar. Halló un barril intacto aún, en medio del polvo, y lo rodó hasta colocarlo al pie del tragaluz para cuando tuviera que salir. Luego, haciendo acopio de valor, cruzó el amplio sótano plagado de telarañas y se dirigió al arco del otro extremo. Medio sofocado por el polvo omnipresente y cubierto de suciedad, empezó a subir los gastados peldaños que se perdían en la negrura. No llevaba luz alguna, por lo que avanzaba a tientas, con mucha precaución. Después de un recodo repentino, notó ante sí una puerta cerrada; inmediatamente descubrió su viejo picaporte. Al abrirlo, vio ante sí un corredor iluminado débilmente, revestido de madera corroída por la carcoma.
Una vez arriba, Blake comenzó a inspeccionar rápidamente. Ninguna de las puertas interiores estaba cerrada con cerrojo, de modo que podía pasar libremente de una estancia a otra. La nave central era de enormes proporciones y sobrecogía por las montañas de polvo acumulado sobre los bancos, el altar, el púlpito y el órgano, y las inmensas colgaduras de telaraña que se desplegaban entre los arcos apuntados del triforio. Sobre esta muda desolación se derramaba una desagradable luz plomiza que provenía de las vidrieras ennegrecidas del ábside, sobre las cuales incidían los rayos del sol agonizante.
Aquellas vidrieras estaban tan sucias de hollín que a Blake le costó un gran esfuerzo descifrar lo que representaban. Y lo poco que distinguió no le gustó en absoluto. Los dibujos eran emblemáticos, y sus conocimientos sobre simbolismos esotéricos le permitieron interpretar ciertos signos que aparecían en ellos. En cambio había escasez de santos, y los pocos representados mostraban además expresiones abiertamente censurables. Una de las vidrieras representaba únicamente, al parecer, un fondo oscuro sembrado de espirales luminosas. Al alejarse de los ventanales observó que la cruz que coronaba el altar mayor era nada menos que la antiquísima ankh o crux ansata del antiguo Egipto.
En una sacristía posterior contigua al ábside encontró Blake un escritorio deteriorado y unas estanterías repletas de libros mohosos, casi desintegrados. Aquí sufrió por primera vez un sobresalto de verdadero horror, ya que los títulos de aquellos libros eran suficientemente elocuentes para él. Todos ellos trataban de materias atroces y prohibidas, de las que el mundo no había oído hablar jamás, a no ser a través de veladas alusiones. Aquellos volúmenes eran terribles recopilaciones de secretos y fórmulas inmemoriales que el tiempo ha ido sedimentando desde los albores de la humanidad, y aun desde los oscuros días que precedieron a la aparición del hombre. El propio Blake había leído algunos de ellos: una versión latina del execrable Necronomicon, el siniestro Liber Ivonis, el abominable Cultes des Goules del conde d'Erlette, el Unaussprechlichen Kulten de von Junzt, el infernal tratado De Vermis Mysteriis de Ludvig Prinn. Había otros muchos, además; unos los conocía de oídas y otros le eran totalmente desconocidos, como los Manuscritos Pnakóticos, el Libro de Dzyan, y un tomo escrito en caracteres completamente incomprensibles, que contenía, sin embargo, ciertos símbolos y diagramas de claro sentido para todo aquel que estuviera versado en las ciencias ocultas. No cabía duda de que los rumores del pueblo no mentían. Este lugar había sido foco de un Mal más antiguo que el hombre y más vasto que el universo conocido.
Sobre la desvencijada mesa de escritorio había un cuaderno de piel lleno de anotaciones tomadas a mano en un curioso lenguaje cifrado. Este lenguaje estaba compuesto de símbolos tradicionales empleados hoy corrientemente en astronomía, y en alquimia, astrología, y otras artes equívocas en la antigüedad -símbolos del sol, de la luna, de los planetas, aspectos de los astros y signos del zodíaco-, y aparecían agrupados en frases y apartes como nuestros párrafos, lo que daba la impresión de que cada símbolo correspondía a una letra de nuestro alfabeto.
Con la esperanza de descifrar más adelante el criptograma, Blake se metió el libro en el bolsillo. Muchos de aquellos enormes volúmenes que se hacinaban en los estantes le atraían irresistiblemente. Se sentía tentado a llevárselos. No se explicaba cómo habían estado allí durante tanto tiempo sin que nadie les echara mano. ¿Acaso era el, el primero en superar aquel miedo que había defendido este lugar abandonado durante más de sesenta años contra toda intrusión?
Una vez explorada toda la planta baja, Blake atravesó de nuevo la nave hasta llegar al vestíbulo donde había visto antes una puerta y una escalera que probablemente conducía a la torre del campanario, tan familiar para el desde su ventana. La subida fue muy trabajosa; la capa de polvo era aquí más espesa, y las arañas habían tejido redes aún más tupidas, en este angosto lugar. Se trataba de una escalera de caracol con unos escalones de madera altos y estrechos. De cuando en cuando, Blake pasaba por delante de unas ventanas desde las que se contemplaba un panorama vertiginoso. Aunque hasta el momento no había visto ninguna cuerda, pensó que sin duda habría campanas en lo alto de aquella torre cuyas puntiagudas ventanas superiores, protegidas por densas celosías, había examinado tan a menudo con sus prismáticos. Pero le esperaba una decepción: la escalera desembocaba en una cámara desprovista de campanas y dedicada, según todas las trazas, a fines totalmente diversos.
La estancia era espaciosa y estaba iluminada por una luz apagada que provenía de cuatro ventanas ojivales, una en cada pared, protegidas por fuera con unas celosías muy estropeadas. Después se ve que las reforzaron con sólidas pantallas, que sin embargo, presentaban ahora un estado lamentable. En el centro del recinto, cubierta de polvo, se alzaba una columna de metro y medio de altura y como medio metro de grosor. Este pilar estaba cubierto de extraños jeroglíficos toscamente tallados, y en su cara superior, como en un altar, había una caja metálica de forma asimétrica con la tapa abierta. En su interior, cubierto de polvo, había un objeto ovoide de unos diez centímetros de largo. Formando círculo alrededor del pilar central, había siete sitiales góticos de alto respaldo, todavía en buen estado, y tras ellos, siete imágenes colosales de escayola pintada de negro, casi enteramente destrozadas. Estas imágenes tenían un singular parecido con los misteriosos megalitos de la Isla de Pascua. En un rincón de la cámara había una escala de hierro adosada en el muro que subía hasta el techo, donde se veía una trampa cerrada que daba acceso al chapitel desprovisto de ventanas.
Una vez acostumbrado a la escasa luz del interior, Blake se dio cuenta de que aquella caja de metal amarillento estaba cubierta de extraños bajorrelieves. Se acercó, le quitó el polvo con las manos y el pañuelo, y descubrió que las figurillas representaban unas criaturas monstruosas que parecían no tener relación alguna con las formas de vida conocidas en nuestro planeta. El objeto ovoide de su interior resultó ser un poliedro casi negro surcado de estrías rojas que presentaba numerosas caras, todas ellas irregulares. Quizá se tratase de un cuerpo de cristalización desconocida o tal vez de algún raro mineral, tallado y pulido artificialmente. No tocaba el fondo de la caja, sino que estaba sostenido por una especie de aro metálico fijo mediante siete soportes horizontales -curiosamente diseñados- a los ángulos interiores del estuche, cerca de su abertura. Esta piedra, una vez limpia, ejerció sobre Blake un hechizo alarmante. No podía apartar los ojos de ella, y al contemplar sus caras resplandecientes, casi parecía que era translúcida, y que en su interior tomaban cuerpo unos mundos prodigiosos. En su mente flotaban imágenes de paisajes exóticos y grandes torres de piedra, y titánicas montañas sin vestigio de vida alguna, y espacios aún más remotos, donde sólo una agitación entre tinieblas indistintas delataba la presencia de una conciencia y una voluntad.
Al desviar la mirada reparó en un sorprendente montón de polvo que había en un rincón, al pie de la escala de hierro. No sabía bien por qué le resultaba sorprendente, pero el caso es que sus contornos le sugerían algo que no lograba determinar. Se dirigió a él apartando a manotadas las telarañas que obstaculizaban su paso, y en efecto, lo que allí había le causó una honda impresión. Una vez más echó mano del pañuelo, y no tardó en poner al descubierto la verdad; Blake abrió la boca sobrecogido por la emoción. Era un esqueleto humano, y debía de estar allí desde hacía muchísimo tiempo. Las ropas estaban deshechas; a juzgar por algunos botones y trozos de tela, se trataba de un traje gris de caballero. También había otros indicios: zapatos, broches de metal, gemelos de camisa, un alfiler de corbata, una insignia de periodista con el nombre del extinguido Providence Telegram, y una cartera de piel muy estropeada. Blake examinó la cartera con atención. En ella encontró varios billetes antiguos, un pequeño calendario de anuncio correspondiente al año 1893, algunas tarjetas a nombre de Edwin M. Lillibridge, y una cuartilla llena de anotaciones.
Esta cuartilla era sumamente enigmática. Blake la leyó con atención acercándose a la ventana para aprovechar los últimos rayos de sol. Decía así:

El Prof. Enoch Bowen regresa de Egipto, mayo l844. Compra vieja iglesia Federal Hill en julio. Muy conocido por sus trabajos arqueológicos y estudios esotéricos.
El Dr. Drowe, anabaptista, exhorta contra la «Sabiduría de las Estrellas» en el sermón del 29 de diciembre de 1844.
97 fieles a finales de 1845.
1846: 3 desapariciones;. primera mención del Trapezoedro Resplandeciente.
7 desapariciones en 1848. Comienzo de rumores sobre sacrificios de sangre.
La investigación de 1853 no conduce a nada; sólo ruidos sospechosos.
El padre O'Malley habla del culto al demonio mediante caja hallada en las ruinas egipcias. Afirma invocan algo que no puede soportar la luz. Rehuye la luz suave y desaparece ante una luz fuerte. En este caso tiene que ser invocado otra vez. Probablemente lo sabe por la confesión de Francis X. Feeney en su lecho de muerte, que ingresó en la «Sabiduría de las Estrellas» en 1849. Esta gente afirma que el Trapezoedro Resplandeciente les muestra el cielo y los demás mundos, y que el Morador de las Tinieblas les revela ciertos secretos.
Relato de Orrin B. Eddy; 1857: Invocan mirando al cristal y tienen un lenguaje secreto particular.
Reun. de 200 ó más en 1863; sin contar a los que han marchado al frente.
Muchachos irlandeses atacan la iglesia en 1869, después de la desaparición de Patrick Regan.
Artículo velado en J. el 14 de marzo de. 1872; pero pasa inadvertido.
6 desapariciones en 1876: la junta secreta recurre al Mayor Doyle.
Febrero 1877: se toman medidas; y se cierra la iglesia en abril.
En mayo; una banda de muchachos de Federal Hill amenaza al Dr... y demás miembros.
181 personas huyen de la ciudad antes de finalizar el año 77. No se citan nombres.
Cuentos de fantasmas comienzan alrededor de 1880. Indagar si es verdad que ningún ser humano ha penetrado en la iglesia desde 1877
Pedir a Lanigan fotografía de iglesia tomada en 1851.

Guardó el papel en la cartera y se la metió en el bolsillo interior de su chaqueta. Luego se inclinó a examinar el esqueleto que yacía en el polvo. El significado de aquellas anotaciones estaba claro. No cabía duda de que este hombre había venido al edificio abandonado, cincuenta años atrás, en busca de una noticia sensacional, cosa que nadie se había atrevido a intentar. Quizá no había dado a conocer a nadie sus propósitos. ¡Quién sabe! De todos modos, lo cierto es que no volvió más a su periódico. ¿Se había visto sorprendido por un terror insuperable y repentino que le ocasionó un fallo del corazón? Blake se agachó y observó el peculiar estado de los huesos. Unos estaban esparcidos en desorden, otros parecían como desintegrados en sus extremos, y otros habían adquirido el extraño matiz amarillento de hueso calcinado o quemado. Algunos jirones de ropa estaban chamuscados también. El cráneo se encontraba en un estado verdaderamente singular: manchado del mismo color amarillento y con una abertura de bordes carbonizados en su parte superior, como si un ácido poderoso hubiera corroído el espesor del hueso. A Blake no se le ocurrió qué podía haberle pasado al esqueleto aquel durante sus cuarenta años de reposo entre polvo y silencio.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, se puso a mirar la piedra otra vez, permitiendo que su influjo suscitase imágenes confusas en su mente. Vio cortejos de evanescentes figuras encapuchadas, cuyas siluetas no eran humanas, y contempló inmensos desiertos en los que se alineaban unas filas interminables de monolitos que parecían llegar hasta el cielo. Y vio torres y murallas en las tenebrosas regiones submarinas, y vórtices del espacio en donde flotaban jirones de bruma negra sobre un fondo de purpúrea y helada neblina. Y a una distancia incalculable, detrás de todo, percibió un abismo infinito de tinieblas en cuyo seno se adivinaba, por sus etéreas agitaciones, unas presencias inmensas, tal vez consistentes o semisólidas. Una urdimbre de fuerzas oscuras parecía imponer un orden en aquel caos, ofreciendo a un tiempo la clave de todas las paradojas y arcanos de los mundos que conocemos.
Luego, de pronto, su hechizo se resolvió en un acceso de terror pánico. Blake sintió que se ahogaba y se apartó de la piedra, consciente de una presencia extraña y sin forma que le vigilaba intensamente. Se sentía acechado por algo que no fluía de la piedra, pero que le había mirado a través de ella; algo que le seguiría y le espiaría incesantemente, pese a carecer de un sentido físico de la vista. Pero pensó que, sencillamente, el lugar le estaba poniendo nervioso, lo cual no era de extrañar teniendo en cuenta su macabro descubrimiento. La luz se estaba yendo además, y puesto que no había traído linterna, decidió marcharse en seguida.
Fue entonces, en la agonía del crepúsculo, cuando creyó distinguir una vaga luminosidad en la desconcertante piedra de extraños ángulos. Intentó apartar la mirada, pero era como si una fuerza oculta le obligara a clavar los ojos en ella. ¿Sería fosforescente o radiactiva? ¿No aludían las anotaciones del periodista a cierto Trapezoedro Resplandeciente? ¿Qué cósmica malignidad había tenido lugar en este templo? ¿Y qué podía acechar aún en estas ruinas sombrías que los pájaros evitaban? En aquel mismo instante notó que muy cerca de él acababa de desprenderse una ligera tufarada de fétido olor, aunque no logró determinar de dónde procedía. Blake cogió la tapa de la caja y la cerró de golpe sobre la piedra que en ese momento relucía de manera inequívoca.
A continuación le pareció notar un movimiento blando como de algo que se agitaba en la eterna negrura del chapitel, al que daba acceso la trampa del techo. Ratas seguramente, porque hasta ahora habían sido las únicas criaturas que se habían atrevido a manifestar su presencia en este edificio condenado. Y no obstante, aquella agitación de arriba le sobrecogió hasta tal extremo que se arrojó precipitadamente escaleras abajo, cruzó la horrible nave, el sótano, la plaza oscura y desierta, y atravesó los inquietantes callejones de Federal Hill hasta desembocar en las tranquilas calles del centro que conducían al barrio universitario donde habitaba.
Durante los días siguientes, Blake no contó a nadie su expedición y se dedicó a leer detenidamente ciertos libros, a revisar periódicos atrasados en la hemeroteca local, y a intentar traducir el criptograma que había encontrado en la sacristía. No tardó en darse cuenta de que la clave no era sencilla ni mucho menos. La lengua que ocultaban aquellos signos no era inglés, latín, griego, francés, español ni alemán. No tendría más remedio que echar mano de todos sus conocimientos sobre las ciencias ocultas.
Por las tardes, como siempre, sentía la necesidad de sentarse a contemplar el paisaje de poniente y la negra aguja que sobresalía entre las erizadas techumbres de aquel mundo distante y casi fabuloso. Pero ahora se añadía una nota de horror. Blake sabía ya que allí se ocultaban secretos prohibidos. Además, la vista empezaba a jugarle malas pasadas. Los pájaros de la primavera habían regresado, y al contemplar sus vuelos en el atardecer, le pareció que evitaban más que antes la aguja negra y afilada. Cuando una bandada de aves se acercaba a ella, le parecía que daba la vuelta y cada una se escabullía despavorida, en completa confusión... y aun adivinaba los gorjeos aterrados que no podía percibir en la distancia.
Fue en el mes de julio cuando Blake, según declara él mismo en su diario, logró descifrar el criptograma. El texto estaba en aklo* , oscuro lenguaje empleado en ciertos cultos diabólicos de la antigüedad, y que él conocía muy someramente por sus estudios anteriores. Sobre el contenido de ese texto, el propio Blake se muestra muy reservado, aunque es evidente que le debió causar un horror sin límites. El diario alude a cierto Morador de las Tinieblas, que despierta cuando alguien contempla fijamente el Trapezoedro Resplandeciente, y aventura una serie de hipótesis descabelladas sobre los negros abismos del caos de donde procede aquél. Cuando se refiere a este ser, presupone que es omnisciente y que exige sacrificios monstruosos. Algunas anotaciones de Blake revelan un miedo atroz a que esa criatura, invocada acaso por haber mirado la piedra sin saberlo, irrumpa en nuestro mundo. Sin embargo, añade que la simple iluminación de las calles constituye una barrera infranqueable para él.
En cambio se refiere con frecuencia al Trapezoedro Resplandeciente, al que califica de ventana abierta al tiempo y al espacio, y esboza su historia en líneas generales desde los días en que fue tallado en el enigmático Yuggoth, muchísimo antes de que los Primordiales lo trajeran a la tierra. Al parecer, fue colocado en aquella extraña caja por los seres crinoideos de la Antártida, quienes lo custodiaron celosamente; fue salvado de las ruinas de este imperio por los hombres-serpientes de Valusia, y millones de años más tarde, fue descubierto por los primeros seres humanos. A partir de entonces atravesó tierras exóticas y extraños mares, y se hundió con la Atlántida, antes de que un pescador de Minos lo atrapara en su red y lo vendiera a los cobrizos mercaderes del tenebroso país de Khem. El faraón Nefrén-Ka edificó un templo con una cripta sin ventanas donde alojar la piedra, y cometió tales horrores que su nombre ha sido borrado de todas las crónicas y monumentos. Luego la joya descansó entre las ruinas de aquel templo maligno, que fue destruido por los sacerdotes y el nuevo faraón. Más tarde, la azada del excavador lo devolvió al mundo para maldición del género humano.
A primeros de julio los periódicos locales publicaron ciertas noticias que, según escribe Blake, justificaban plenamente sus temores. Sin embargo, aparecieron de una manera tan breve y casual, que sólo él debió de captar su significado. En sí, parecían bastante triviales: por Federal Hill se había extendido una nueva ola de temor con motivo de haber penetrado un desconocido en la iglesia maldita. Los italianos afirmaban que en la aguja sin ventanas se oían ruidos extraños, golpes y movimientos sordos, y habían acudido a sus sacerdotes para que ahuyentasen a ese ser monstruoso que convertía sus sueños en pesadillas insoportables. Asimismo, hablaban de una puerta, tras la cual había algo que acechaba constantemente en espera de que la oscuridad se hiciese lo bastante densa para permitirle salir al exterior. Los periodistas se limitaban a comentar la tenaz persistencia de las supersticiones locales, pero no pasaban de ahí. Era evidente que los jóvenes periodistas de nuestros días no sentían el menor entusiasmo por los antecedentes históricos del asunto. Al referir todas estas cosas en su diario, Blake expresa un curioso remordimiento y habla del imperioso deber de enterrar el Trapezoedro Resplandeciente y de ahuyentar al ser demoníaco que había sido invocado, permitiendo que la luz del día penetrase en el enhiesto chapitel. Al mismo tiempo, no obstante, pone de relieve la magnitud de su fascinación al confesar que aun en sueños sentía un morboso deseo de visitar la torre maldita para asomarse nuevamente a los secretos cósmicos de la piedra luminosa.
En la mañana del 17 de julio, el Journal publicó un artículo que le provocó a Blake una verdadera crisis de horror. Se trataba simplemente de una de las muchas reseñas de los sucesos de Federal Hill. Como todas, estaba escrita en un tono bastante jocoso, aunque Blake no le encontró la gracia. Por la noche se había desencadenado una tormenta que había dejado a la ciudad sin luz durante más de una hora. En el tiempo que duró el apagón, los italianos casi enloquecieron de terror. Los vecinos de la iglesia maldita juraban que la bestia de la aguja se había aprovechado de la ausencia de luz en las calles y había bajado a la nave de la iglesia, donde se habían oído unos torpes aleteos, como de un cuerpo inmenso y viscoso. Poco antes de volver la luz, había ascendido de nuevo a la torre, donde se oyeron ruidos de cristales rotos. Podía moverse hasta donde alcanzaban las tinieblas, pero la luz la obligaba invariablemente a retirarse.
Cuando volvieron a iluminarse todas las calles, hubo una espantosa conmoción en la torre, ya que el menor resplandor que se filtrara por las ennegrecidas ventanas y las rotas celosías era excesivo para la bestia aquella que había huido a su refugio tenebroso. Efectivamente, una larga exposición a la luz la habría devuelto a los abismos de donde el desconocido visitante la había hecho salir. Durante la hora que duró el apagón las multitudes se apiñaron alrededor de la iglesia a orar bajo la lluvia, con cirios y lámparas encendidas que protegían con paraguas y papeles formando una barrera de luz que protegiera a la ciudad de la pesadilla que acechaba en las tinieblas. Los que se encontraban más cerca de la iglesia declararon que hubo un momento en que oyeron crujir la puerta exterior.
Y lo peor no era esto. Aquella noche leyó Blake en el Bulletin lo que los periodistas habían descubierto. Percatados al fin del gran valor periodístico del suceso, un par de ellos habían decidido desafiar a la muchedumbre de italianos enloquecidos y se habían introducido en el templo por el tragaluz, después de haber intentado inútilmente abrir las puertas. En el polvo del vestíbulo y la nave espectral observaron señales muy extrañas. El suelo estaba cubierto de viejos cojines desechos y fundas de bancos, todo esparcido en desorden. Reinaba un olor desagradable, y de cuando en cuando encontraron manchas amarillentas parecidas a quemaduras y restos de objetos carbonizados. Abrieron la puerta de la torre y se detuvieron un momento a escuchar, porque les parecía haber oído como si arañaran arriba. Al subir, observaron que la escalera estaba como aventada y barrida.
La cámara de la torre estaba igual que la escalera. En su reseña, los periodistas hablaban de la columna heptagonal, los sitiales góticos y las extrañas figuras de yeso. En cambio, cosa extraordinaria, no citaban para nada la caja metálica ni el esqueleto mutilado. Lo que más inquietó a Blake -aparte las alusiones a las manchas, chamuscaduras y malos olores- fue el detalle final que explicaba la rotura de los cristales. Eran los de las estrechas ventanas ojivales. En dos de ellas habían saltando en pedazos al ser taponadas precipitadamente a base de remeter fundas de bancos y crin de relleno de los cojines en las rendijas de las celosías. Había trozos de raso y montones de crin esparcidos por el suelo barrido, como si alguien hubiera interrumpido súbitamente su tarea de restablecer en la torre la absoluta oscuridad de que gozó en otro tiempo.
Las mismas quemaduras y manchas amarillentas se encontraban en la escalera de hierro que subía al chapitel de la torre. Por allí trepó uno de los periodistas, abrió la trampa deslizándola horizontalmente, pero al alumbrar con su linterna el fétido y negro recinto no descubrió más que una masa informe de detritus cerca de la abertura. Todo se reducía, pues, a puro charlatanismo. Alguien había gastado una broma a los supersticiosos habitantes del barrio. También pudo ser que algún fanático hubiera intentado tapar todo aquello en beneficio del vecindario, o que algunos estudiantes hubieran montado esta farsa para atraer la atención de los periodistas. La aventura tuvo un epílogo muy divertido, cuando el comisario de policía quiso enviar a un agente para comprobar las declaraciones de los periódicos. Tres hombres, uno tras otro, encontraron la manera de soslayar la misión que se les quería encomendar; el cuarto fue de muy mala gana, y volvió casi inmediatamente sin cosa alguna que añadir al informe de los dos periodistas.
De aquí en adelante, el diario de Blake revela un creciente temor y aprensión. Continuamente se reprocha a sí mismo su pasividad y se hace mil reflexiones fantásticas sobre las consecuencias que podría acarrear otro corte de luz. Se ha comprobado que en tres ocasiones -durante las tormentas- telefoneó a la compañía eléctrica con los nervios desechos y suplicó desesperadamente que tomaran todas las precauciones posibles para evitar un nuevo corte. De cuando en cuando, sus anotaciones hacen referencia al hecho de no haber hallado los periodistas la caja de metal ni el esqueleto mutilado, cuando registraron la cámara de la torre. Vagamente presentía quién o qué había intervenido en su desaparición. Pero lo que más le horrorizaba era cierta especie de diabólica relación psíquica que parecía haberse establecido entre él y aquel horror que se agitaba en la aguja distante, aquella bestia monstruosa de la noche que su temeridad había hecho surgir de los tenebrosos abismos del caos. Sentía él como una fuerza que absorbía constantemente su voluntad, y los que le visitaron en esa época recuerdan cómo se pasaba el tiempo sentado ante la ventana, contemplando absorto la silueta de la colina que se elevaba a lo lejos por encima del humo de la ciudad. En su diario refiere continuamente las pesadillas que sufría por esas fechas y señala que el influjo de aquel extraño ser de la torre le aumentaba notablemente durante el sueño. Cuenta que una noche se despertó en la calle, completamente vestido, y caminando automáticamente hacia Federal Hill. Insiste una y otra vez en que la criatura aquella sabía dónde encontrarle.
En la semana que siguió al 30 de julio, Blake sufrió su primera crisis depresiva. Pasó varios días sin salir de casa ni vestirse, encargando la comida por teléfono. Sus amistades observaron que tenía varias cuerdas junto a la cama, y él explicó que padecía de sonambulismo y que se había visto forzado a atarse los tobillos durante la noche.
En su diario refiere la terrible experiencia que le provocó la crisis. La noche del 30 de julio, después de acostarse, se encontró de pronto caminando a tientas por un sitio casi completamente oscuro. Sólo distinguía en las tinieblas unas rayas horizontales y tenues de luz azulada. Notaba .también una insoportable fetidez y oía, por encima de él, unos ruidos blandos y furtivos. En cuanto se movía tropezaba con algo, y cada vez que hacía ruido, le respondía arriba un rebullir confuso al que se mezclaba como un roce cauteloso de una madera sobre otra.
Llegó un momento en que sus manos tropezaron con una columna de piedra, sobre la que no había nada. Un instante. después, se agarraba a los barrotes de una escala de hierro y comenzaba a ascender hacia un punto donde el hedor se hacía aún más intenso. De pronto sintió un soplo de aire caliente y reseco. Ante sus ojos desfilaron imágenes caleidoscópicas y fantasmales que se diluían en el cuadro de un vasto abismo de insondable negrura, en donde giraban astros y mundos aún más tenebrosos. Pensó en las antiguas leyendas sobre el Caos Esencial, en cuyo centro habita un dios ciego e idiota -Azathoth, Señor de Todas las Cosas- circundado por una horda de danzarines amorfos y estúpidos, arrullado por el silbo monótono de una flauta manejada por dedos demoníacos.
Entonces, un vivo estímulo del mundo exterior le despertó del estupor que lo embargaba y le reveló su espantosa situación. Jamás llegó a saber qué había sido. Tal vez el estampido de los fuegos artificiales que durante todo el verano disparaban los vecinos de Federal Hill en honor de los santos patronos de sus pueblecitos natales de Italia. Sea como fuere, dejó escapar un grito, se soltó de la escala loco de pavor, yendo a parar a una estancia sumida en la más negra oscuridad.
En el acto se dio cuenta de dónde estaba. Se arrojó por la angosta escalera de caracol, chocando y tropezando a cada paso. Fue como una pesadilla: huyó a través de la nave invadida de inmensas telarañas, flanqueada de altísimos arcos que se perdían en las sombras del techo. Atravesó a ciegas el sótano, trepó por el tragaluz, salió al exterior y echó a correr atropelladamente por las calles silenciosas, entre las negras torres y las casas dormidas, hasta el portal de su propio domicilio.
Al recobrar el conocimiento, a la mañana siguiente, se vio caído en el suelo de su cuarto de estudio, completamente vestido. Estaba cubierto de suciedad y telarañas, y le dolía su cuerpo tremendamente magullado. Al mirarse en el espejo, observó que tenía el pelo chamuscado. Y notó además que su ropa exterior estaba impregnada de un olor desagradable. Entonces le sobrevino un ataque de nervios. Después, vencido por el agotamiento, se encerró en casa, envuelto en una bata, y se limitó a mirar por la ventana de poniente. Así pasó varios días, temblando siempre que amenazaba tormenta y haciendo anotaciones horribles en su diario.
La gran tempestad se desencadeno el 18 de agosto, poco antes de media noche. Cayeron numerosos rayos en toda la ciudad, dos de ellos excepcionalmente aparatosos. La lluvia era torrencial, y la continua sucesión de truenos impidió dormir a casi todos los habitantes. Blake, completamente loco de terror ante la posibilidad de que hubiera restricciones, trató de telefonear a la compañía a eso de la una, pero la línea estaba cortada temporalmente como medida de seguridad. Todo lo iba apuntando en su diario. Su caligrafía grande, nerviosa y a menudo indescifrable, refleja en esos pasajes el frenesí y la desesperación que le iban dominando de manera incontenible.
Tenía que mantener la casa a oscuras para poder ver por la ventana, y parece que debió pasar la mayor parte del tiempo sentado a su mesa, escudriñando ansiosamente -a través de la lluvia y por encima de los relucientes tejados del centro- la lejana constelación de luces de Federal Hill. De cuando en cuando garabateaba torpemente algunas frases: «No deben apagarse las luces», «sabe dónde estoy», «debo destruirlo», «me está llamando, pero esta vez no me hará daño»… Hay dos páginas de su diario que llenó con frases de esta naturaleza.
Por último, a las 2,12 exactamente, según los registros de la compañía de fluido eléctrico, las luces se apagaron en toda la ciudad. El diario de Blake no constata la hora en que esto sucedió. Sólo figura esta anotación: «Las luces se han apagado. Dios tenga piedad de mí.» En Federal Hill había también muchas personas tan expectantes y angustiadas como él; en la plaza y los callejones vecinos al templo maligno se fueron congregando numerosos grupos de hombres, empapados por la lluvia, portadores de velas encendidas bajo sus paraguas, linternas, lámparas de petróleo, crucifijos, y toda clase de amuletos habituales en el sur de Italia. Bendecían cada relámpago y hacían enigmáticos signos de temor con la mano derecha cada vez que el aparato eléctrico de la tormenta parecía disminuir. Finalmente cesaron los relámpagos y se levantó un fuerte viento que les apagó la mayoría de las velas, dé forma que las calles quedaron amenazadoramente a oscuras. Alguien avisó al padre Meruzzo de la iglesia del Espíritu Santo, el cual se presentó inmediatamente en la plaza y pronunció las palabras de aliento que le vinieron a la cabeza. Era imposible seguir dudando de que en la torre se oían ruidos extraños.
Sobre lo que aconteció a las 2,35 tenemos numerosos testimonios: el del propio sacerdote, que es joven, inteligente y culto; el del policía de servicio, William J. Monohan, de la Comisaría Central, hombre de toda confianza, que se había detenido durante su ronda para vigilar a la multitud, y el de la mayoría de los setenta y ocho italianos que se habían reunido cerca del muro que ciñe la plataforma donde se levanta la iglesia -muy especialmente, el de aquellos que estaban frente a la fachada oriental-. Desde luego, lo que sucedió puede explicarse por causas naturales. Nunca se sabe con certeza qué procesos químicos pueden producirse en un edificio enorme, antiguo, mal aireado y abandonado tanto tiempo: exhalaciones pestilentes, combustiones espontáneas, explosión de los gases desprendidos por la putrefacción... cualquiera de estas causas puede explicar el hecho. Tampoco cabe excluir un elemento mayor o menor de charlatanismo consciente. En sí, el fenómeno no tuvo nada de extraordinario. Apenas duró más de tres minutos. El padre Meruzzo, siempre minucioso y detallista, consultó su reloj varias veces.
Empezó con un marcado aumento del torpe rebullir que se oía en el interior de la torre. Ya habían notado que de la iglesia emanaba un olor desagradable, pero entonces se hizo más denso y penetrante. Por último, se oyó un estampido de maderas astilladas y un objeto grande y pesado fue a estrellarse en el patio de la iglesia, al pie de su fachada oriental. No se veía la torre en la oscuridad, pero la gente se dio cuenta de que lo que había caído era la celosía de la ventana oriental de la torre.
Inmediatamente después, de las invisibles alturas descendió un hedor tan insoportable, que muchas de las personas que rodeaban la iglesia se sintieron mal y algunas estuvieron a punto de marearse. A la vez, el aire se estremeció como en un batir de alas inmensas, y se levantó un viento fuerte y repentino con más violencia que antes, arrancando los sombreros y paraguas chorreantes de la multitud. Nada concreto llegó a distinguirse en las tinieblas, aunque algunos creyeron ver desparramada por el cielo una enorme sombra aún más negra que la noche, una nube informe de humo que desapareció hacia el Este a una velocidad de meteoro.
Eso fue todo. Los espectadores, medio paralizados de horror y malestar, no sabían qué hacer, ni si había que hacer algo en realidad. Ignorantes de lo sucedido, no abandonaron su vigilancia: y un momento después elevaban una jaculatoria en acción de gracias por el fogonazo de un relámpago tardío que, seguido de un estampido ensordecedor, desgarró la bóveda del cielo. Media hora más tarde escampó, y al cabo de quince minutos se encendieron de nuevo las luces de la calle. Los hombres se retiraron a sus casas cansados y sucios, pero considerablemente aliviados.
Los periódicos del día siguiente, al informar sobre la tormenta, concedieron escasa importancia a estos incidentes. Parece ser que el último relámpago y la explosión ensordecedora que le siguió habían sido aún más tremendos por el Este que en Federal Hill. El fenómeno se manifestó con mayor intensidad en el barrio universitario, donde también notaron una tufarada de insoportable fetidez. El estallido del trueno despertó al vecindario, lo que dio lugar a que más tarde se expresaran las opiniones más diversas. Las pocas personas que estaban despiertas a esas horas vieron una llamarada irregular en la cumbre de College Hill y notaron la inexplicable manga de viento que casi dejó los árboles despojados de hojas y marchitas las plantas de los jardines. Estas personas opinaban que aquel último rayo imprevisto había caído en algún lugar del barrio, aunque no pudieron hallar después sus efectos. A un joven del colegio mayor Tau Omega le pareció ver en el aire una masa de humo grotesca y espantosa, justamente cuando estalló el fogonazo; pero su observación no ha sido comprobada. Los escasos testigos coinciden, no obstante, en que la violenta ráfaga de viento procedía del Oeste. Por otra parte, todos notaron el insoportable hedor que se extendió justo antes del trueno rezagado. Igualmente estaban de acuerdo sobre cierto olor a quemado que se percibía después en el aire.
Todos estos detalles se tomaron en cuenta por su posible relación con la muerte de Robert Blake. Los estudiantes de la residencia Psi Delta, cuyas ventanas traseras daban enfrente del estudio de Blake, observaron, en la mañana del día nueve, su rostro asomado a la ventana occidental, intensamente pálido y con una expresión muy rara. Cuando por la tarde volvieron a ver aquel rostro en la misma posición, empezaron a preocuparse y esperaron a ver si se encendían las luces de su apartamento. Más tarde, como el piso permaneciese a oscuras, llamaron al timbre y, finalmente, avisaron a la policía para que forzara la puerta.
El cuerpo estaba sentado muy tieso ante la mesa de su escritorio, junto a la ventana. Cuando vieron sus ojos vidriosos y desorbitados y la expresión de loco terror del semblante, los policías apartaron la vista horrorizados. Poco después el médico forense exploró el cadáver y, a pesar de estar intacta la ventana, declaró que había muerto a consecuencia de una descarga eléctrica o por el choque nervioso provocado por dicha descarga. Apenas prestó atención a la horrible expresión; se limitó a decir que sin duda se debía al profundo shock que experimentó una persona tan imaginativa y desequilibrada como era la víctima. Dedujo todo esto por los libros, pinturas y manuscritos que hallaron en el apartamento, y por las anotaciones garabateadas a ciegas en su diario. Blake había seguido escribiendo frenéticamente hasta el final. Su mano derecha aún empuñaba rígidamente el lápiz, cuya punta se había debido romper en una última contracción espasmódica.
Las anotaciones efectuadas después del apagón apenas resultaban legibles. Ciertos investigadores han sacado, sin embargo, conclusiones que difieren radicalmente del veredicto oficial, pero no es probable que el público dé crédito a tales especulaciones. La hipótesis de estos teóricos no se ha visto favorecida precisamente por la intervención del supersticioso doctor Dexter, que arrojó al canal más profundo de la Bahía de Narragansett la extraña caja y la piedra resplandeciente que encontraron en el oscuro recinto del chapitel. La excesiva imaginación y el desequilibrio nervioso de Blake agravados por su descubrimiento de un culto satánico ya desaparecido, son sin duda las causas del delirio que turbó sus últimos momentos. He aquí sus anotaciones postreras, o al menos, lo que de ellas se ha podido descifrar:

La luz todavía no ha vuelto. Deben de haber pasado cinco minutos. Todo depende de los relámpagos. ¡Ojalá Yaddith haga que continúen! A pesar de ellos, noto el influjo maligno. La lluvia y los truenos son ensordecedores. Ya se está apoderando de mi mente.
Trastornos de la memoria. Recuerdo cosas que no he visto nunca: otros mundos, otras galaxias. Oscuridad. Los relámpagos me parecen tinieblas Y las tinieblas, luz.
A pesar de la oscuridad total, veo la colina y la iglesia, pero no puede ser verdad. Debe ser una impresión de la retina, por el deslumbramiento de los relámpagos. ¡Quiera Dios que los italianos salgan con sus cirios, si paran los relámpagos!
¿De qué tengo miedo? ¿No es acaso una encarnación de Nyarlathotep, que en el antiguo y misterioso Khem tomó incluso forma de hombre? Recuerdo Yuggoth, y Shaggai, aún más lejos, y un vacío de planetas negros al final.
Largo vuelo a través del vacío. Imposible cruzar el universo de luz. Recreado por los pensamientos apresados en Trapezoedro Resplandeciente. Enviado a través de horribles abismos de luz.
Soy Blake: Robert Harrison Blake. Calle East Knapp, 620; Milwaukee, Wisconsin. Soy de este planeta.
¡Azathoth, ten piedad! ya no relampaguea horrible puedo verlo todo con un sentido que no es la vista la luz es tinieblas y las tinieblas luz esas gentes de la colina vigilancia cirios y amuletos sus sacerdotes
Pierdo el sentido de la distancia lo lejano está cerca y lo cercano lejos no hay luz no cristal veo la aguja la torre la ventana ruidos Roderick Usher estoy loco o me estoy volviendo ya se agita y aletea en la torre somos uno quiero salir debo salir y unificar mis fuerzas sabe dónde estoy
Soy Robert Blake, pero veo la torre en la oscuridad. Hay un olor horrible sentidos transfigurados saltan las tablas de la torre y abre paso Iä ngai ygg
Lo veo viene hacia acá viento infernal sombra titánica negras alas Yog-Sothoth, sálvame tú, ojo ardiente de tres lóbulos
1 Véase El Vampiro Estelar, de Robert Bloch
* Aklo: mítico lenguaje inventado por Arthur Machen en El Pueblo Blanco.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Gótico (desambiguación)

Gótico (desambiguación)
(Redirigido desde Gótico)Wikipedia

El término gótico puede referirse a:
Lo relativo a los godos, un pueblo germánico:
Idioma gótico, una lengua muerta germana que fue hablada por los antiguos godos;
Guerra Gótica (535–554).
El arte gótico, el arte que se desarrolló en Europa desde el siglo XII hasta el
Renacimiento, denominado así peyorativamente, no porque fuera el arte de los godos (véase Arte visigodo):
Escultura gótica;
Pintura gótica:
Pintura gótica internacional, habitualmente designado como gótico internacional;
Pintura gótica en España;
Letra gótica, una tipología medieval de letra de imprenta;
Arquitectura gótica, un estilo arquitectónico que se desarrolló durante los siglos XII al XV:
Periodos que se distinguen dentro de la arquitectura gótica:
Gótico inicial, también denominado gótico preclásico, primer gótico o
gótico primitivo, del que es ejemplo principal la arquitectura cisterciense;
Gótico clásico, también denominado gótico pleno o alto gótico;
Gótico radiante (rayonnant), en Francia;
Gótico angevino, también denominado gótico Plantagenet o gótico occidental;
Gótico tardío, también denominado gótico final;
Gótico flamígero (flamboyant), siglos XIV y XV;
Estilos góticos locales:
El gótico italiano, que suele designarse por los siglos del Duecento
(siglo XII; véase Pintura del Duecento) y Trecento (siglo XIII);
El gótico inglés:
Primer gótico inglés (Early English), gótico inicial en Inglaterra;
Gótico decorado o curvilíneo (Decorated Gothic), gótico pleno en Inglaterra;
Gótico perpendicular (Perpendicular Gothic), gótico final en Inglaterra;
El Gótico báltico, también denominado gótico de ladrillo;
En la Península Ibérica:
Arquitectura gótica en España
El manuelino, gótico final en Portugal;
El gótico levantino, de los siglos XIV y XV en el Levante español;
El gótico isabelino o estilo Reyes Católicos, en Castilla, a veces
asimilado al plateresco;
El gótico catalán, estilo diferente al gótico que se desarrolló en la
Corona de Aragón a finales de la Edad Media y principios del Renacimiento.
neogótico, un estilo arquitectónico historicista, a partir del siglo XIX,
que no se debe confundir con la arquitectura gótica .
La Línea Gótica, línea defensiva alemana en los Apeninos en la etapa
final de la Segunda Guerra Mundial;
El concepto de lo gótico como equivalente a siniestro o morboso, que
se establece a partir de la revitalización del medievalismo en la época romántica:
Novela gótica o de terror;
Subcultura gótica, un movimiento subcultural contemporáneo
(desde finales del siglo XX), con muchas manifestaciones:
Gothic Lolita, una moda;
Rock gótico, un estilo de música dentro del rock;
Metal gótico, un estilo de música dentro del metal;
El concepto de música gótica, que hasta finales del siglo XX se aplicaba únicamente a la
música medieval del periodo gótico (siglos XIII al XV), desde finales del siglo XX también se aplica,
en los contextos en que ello puede tener lugar, a la música que se incluye en la subcultura gótica.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Las nuevas criaturas






James Douglas Morrison

Las nuevas criaturas







A Pamela Susan




I

Snakeskin jacket
Indian eyes

Brilliant hair
He moves in disturbed
Nile insect
Air



II

You parade thru the soft summer
We watch your eager rifle decay
Your wilderness
Your teeming emptiness
Pale forests on verge of light
decline.

More of your miracles
More of your magic arms
I

Chaqueta de piel de serpiente
Ojos indios

Pelo brillante
Entra agitado
Insecto del Nilo
Aire





II

Te paseas bajo el suave verano
Vemos cómo se descompone tu ávido fusil
Tu soledad
Tu rebosante vacío
Pálidos bosques al borde de la luz
decaen.

Más milagros
Más armas mágicas
III

Bitter grazing in sick pastures
Animal sadness & the daybed
Whipping.
Iron curtains pried open.
The elaborate sun implies
dust, knives, voices.

Call out of the Wilderness
Call out of fever, receiving
the wet dreams of an Aztec King.






IV

The banks are high & overgrown
rich w/ warm green danger.
Unlock the canals.
Punish our sister's sweet playmate distress.
Do you want us that way w/ the rest?
Do you adore us?
When you return will you
still want to play w/us?
III

Amargo alimento en pastos nauseabundos
Tristeza
IV

Las orillas están altas y cubiertas de hierba
ricas de cálido peligro verde.
Abre los canales.
Castiga el dolor del compañero de nuestra hermana
¿Nos quieres así como los demás?
¿Nos adoras?
Cuando vuelvas ¿querrás
jugar aún con nosotros?
V

Fall down.
Strange gods arrive in fast enemy poses.
Their shirts are soft marrying
cloth and hair together.
All along their arms ornaments
conceal veins bluer than blood
pretending welcome.
Soft lizard eyes connect.
Their soft drained insect cries erect
new fear, where fears reign.
The rustling of sex against their skin.
The wind withdraws all sound.
Stamp your witness on the punished ground.





VI

Wounds, stags, & arrows
Hooded flasing legs plunge
near the tranquil women.
Startling obedience from the pool people.
Astonishing caves to plunder.
Loose, nerveless ballets of looting.
Boys are running.
Girls are screaming, falling.
The air is thick w/ smoke.
Dead crackling wires dance pools
of sea blood.
V

Caen.
Extraños dioses llegan en rápidas posturas enemigas
Sus camisas son suaves casando
tela y pelo juntos.
A lo largo de sus brazos los adornos
ocultan venas más azules que la sangre
simulando dar la bienvenida.
Dulces ojos de lagarto conectan.
Sus débiles gritos de insectos desecados erigen
un nuevo miedo, donde los miedos reinan.
El crujido del sexo contra su piel.
El viento se lleva todo sonido.
Aplasta tu prueba en la tierra maltratada.






VI

Heridas, ciervos y flechas
Encapuchadas piernas brillantes se hunden
junto a las tranquilas mujeres.
Sorprendente obediencia de la gente de los billares.
Asombrosas cuevas que saquear.
Fláccidos, sosos ballets de pillaje.
Los chicos corren.
Las chicas gritan, y caen.
El aire está cargado de humo.
Desconectados cables crepitantes bailan en charcos
de sangre marina.
VII

Lizard woman
w/ your insect eyes
w/ your wild surprise.
Warm daughter of silence.
Venom.
Turn your back w/ a slither of moaning wisdom.
The unblinking blind eyes
behind walls new histories rise
and wake growling & whining
the weird dawn of dreams.
Dogs lie sleeping.
The wolf howls.
A creature lives out the war.
A forest.
A rustle of cut words, choking
river.



VIII

The snake, the lizard, the insect eye
the huntsman's green obedience.
Quick, in raw time, serving
stealth & slumber,
grinding warm forests into restless lumber.

Now for the valley.
Now for the syrup hair.
Stabbing the eyes, widening skies
behind the skull bone.
Swift end of hunting.
Hug round the swollen torn breast
& red-stained throat.
The hounds gloat.
Take her home.
Carry our sister's body, back
to the boat.
VII

Mujer lagarto
con tus ojos de insecto
con tu salvaje sorpresa.
Cálida hija del silencio.
Veneno.
Date la vuelva con un deslizamiento de quejosa
sabiduría.
Los imperturbables ojos ciegos
tras los muros nuevas historias se alzan
y despiertan gruñendo y gimoteando
la misteriosa alba de los sueños.
Los perros duermen.
El lobo aúlla.
Una criatura sobrevive a la guerra.
Un bosque.
Un susurro de palabras cortadas, río
obstruyente.





VIII

La serpiente, el lagarto, el ojo del insecto
la verde obediencia del cazador.
Rápido, en el tiempo puro, al servicio
del sigilo y la somnolencia,
reduciendo cálidos bosques en inquieta madera

Ahora el valle.
Ahora el pelo de almíbar.
Apuñalando los ojos, ensanchando cielos
tras el hueso de la calavera.
Rápido fin de la caza.
Abraza el hinchado pecho desgarrado
y la garganta manchada de rojo.
Los perros se recrean.
Llévala a casa.
Lleva el cuerpo de nuestra hermana, de vuelta al
barco.
IX

A pair of Wings
Crash
High winds of Karma

Sirens

Laughter & young voices
in the mts.




X

Saints
the Negro, Africa
Tattoo
eyes like time.
IX

Un par de Alas
Se estrellan
Altos vientos del Karma

Sirenas

Risas y jóvenes voces
en las montañas.





X

Santos
el negro, África
Tatuaje
ojos como el tiempo.
XI

Build temporary habitations, games
& chambers, play there, hide.

First man stood, shifting stance
while germs of sight
unfurl'd Flags in his skull


and quickening, hair, nails, skin
turned slowly, whirl'd, in
the warm aquarium, warm
wheel turning.

Cave fish, eels, & gray salamanders
turn in their night career of sleep.

The idea of vision escapes
the animal worm whose earth
is an ocean, whose eye is its body.





XI

Construye habitaciones temporales, juegos
y aposentos, juega ahí, escóndete.

El primer hombre se puso de pie, cambiando de
postura
mientras los gérmenes de la vista
desplegaban Banderas en su cráneo

y apretando el paso, pelo, uñas, piel
giraban lentamente, arremolinados, en
el cálido acuario, cálida
rueda giratoria.

Peces de cuevas, anguilas, y grises salamandras
dan vueltas en su carrera nocturna del sueño.

La idea de la visión escapa
al gusano animal cuya tierra
es un océano, cuyo ojo es su cuerpo.













XII

The City. Hive. Web, or severed
insect mound. All citizens heirs
of the same royal parent.


The caged beast, the holy center,
a garden in the midst of the city.

“See Napples & die.”
Jump ship. Rats, sailors
& death.
So many wild pigeons.
Animals ripe w/ new diseases.
“There is only one disease
and I am its catalyst,”
cried doomed pride of the carrier.
Fighting, dancing, gambling,
bars, cinemas thrive
in the avid summer.



XII

La Ciudad. Colmena. Telaraña, o montículo
de insectos seccionado. Todos los ciudadanos
herederos
del mismo linaje real.

La bestia enjaulada, el sagrado centro,
un jardín en medio de la ciudad.

“Ver Nápoles y morir”.
Deserta del buque. Ratas, marineros
y muerte

Tantas palomas salvajes.
Animales a punto con nuevas enfermedades.
“Sólo hay una enfermedad
y yo soy su catalizador,”
gritó el condenado orgullo del portador.

Combates, bailes, salas de juego,
bares, cines crecen
en el ávido verano.



XIII

The theory is that birth is prompted
by the child's desire to leave the womb.
But in the photograph an unborn horse's
neck strains inward w/ legs scooped out.


From this everything follows:

Swallow milk at the breast
until there's no milk.

Squeeze wealth at the rim
until tile pools claim it.

He swallows seed, his pride
until w/ pale mouth legs

she sucks the root, dreading
world to devour child.

Doesn't the ground swallow me
when I die, or the sea
if I die at sea?


XIII

La teoría dice que el nacimiento es provocado
por el deseo del niño de abandonar la matriz.
Pero en la fotografía vemos el cuello de un feto de
caballo
estirándose hacia dentro con las patas fuera.

De ello resulta:

Traga la leche del pecho
hasta que ya no quede leche.

Exprime la abundancia al máximo
hasta que la fuente la reclame.

Se traga la simiente, su orgullo
hasta que con pálidas piernas como boca

ella absorbe la raíz, temiendo
que el mundo devore al niño.

¿No me traga la tierra
cuando muera, o el mar
si muriese


XIV

Savage destiny

Naked girl, seen from behind,

on a natural road

Friends
explore the labyrinth

Movie
young woman left on the desert

A city gone mad w/ fe


XV

Sisters of the unicorn, dance
Sisters & brothers of Pyramid
Dance

Mangled hands
Tales of the Old Days
Discovery of the Sacred Pool
changes
Mute-handed stillness baby cry

The wild dog
The sacred beast

Find her!
XIV

Salvaje destino

Chica desnuda, vista por detrás,

en un camino natural

Amigos
exploran el laberinto

Película
joven mujer abandonada en el desierto

Una ciudad enloquecida por la fiebre




XV

Hermanas del unicornio, bailad
Hermanas y hermanos de la Pirámide
Bailad

Manos destrozadas
Historias de los Viejos Tiempos
Descubrimiento del Estanque Sagrado
cambios
El grito de la nena de la quietud de manos mudas

El perro salvaje
La bestia sagrada

¡Encontradla!
XVI

He goes to see the girl
of the ghetto.
Dark savage streets.
A hut, lighted by candle.
She is magician
Female prophet
Sorceress
Dressed in the past
All arrayed.

The stars
The moon
She reads the future
in your hand

XVII

The walls are garish red
The stairs
High discordant screaming
She has the tokens.
“You too”
“Don't go”
He flees.
Music renews.

The mating-pit.
“Salvation”
Tempted to leap in circle.

Negroes riot.
XVI

Va a ver a la chica
del gueto.
Oscuras calles salvajes.
Una cabaña, iluminada con velas.
Es una hechicera
Profeta hembra
Bruja
Vestida del pasado
Completamente ataviada.

Las estrellas
La luna
Ella lee el futuro
en tu mano.

XVII

Las paredes son de un rojo chillón
La escalera
Muy llamativa y discordante.
Ha visto las señales.
“Tú también”
“No vayas”
Él sale huyendo
La música se renueva.

El pozo de la unión.
“Salvación”
Tentado a saltar en el círculo.

Los negros se amotinan.
XVIII

Fear the Lords who are secret among us.
The Lords are w/ in us.
Born of sloth & cowardice.




He spoke to me. He frightened
me w/ laughter. He took
my hand, & led me past
silence into cool whispered
Bells.
XVIII

Teme a los Señores que son un secreto entre
nosotros.
Los Señores están dentro de nosotros.
Nacidos de la pereza y la cobardía.





Me habló. Me asustó
con su risa. Cogió
mi mano, y me llevó más allá
del silencio hasta las tranquilas Campanas
susurradas.
XIX

A file of young people
going thru a small woods













They are filming something
in the street, in front of
our house.
XIX

Una fila de jóvenes
atravesando un pequeño bosque





Están filmando algo
en la calle, enfrente de
nuestra casa.
XX

Walking to the riot
Spreads to the houses
the lawns
suddenly alive now
w/people
running




XXI

I don't dig what they did
to that girl
Mercy pack
Wild song they sing
As they chop her hands
Nailed to a ghost
Tree

I saw a lynching
Met the strange men
of the southern swamp
Cypress was their talk
Fish-call & bird-song
Roots & sings
out of all knowing
They chanced to be there
Guides, to the white
gods.
XX

Caminando hacia el motín
Que se extiende hasta las casas
los céspedes
de repente estoy vivo
con gente
corriendo



XXI

No me gusta lo que le hicieron
a esa chica
La jauría de la Misericordia
Salvaje canción cantan
Mientras le cortan las manos
Clavadas a un árbol
Fantasma

Vi un linchamiento
Conocí a los extraños hombres
de los pantanos del sur
Los cipreses eran su conversación
El reclamo de los peces y el canto de los pájaros
Raíces y señales
totalmente desconocidas
Casualmente estaban allí
Guías, para los dioses
blancos.
XXII

Jackal, we sniff after the survivors of caravans.
We reap bloody crops on war fields.
No meat of any corpse deprives our lean bellies.
Hunger drives us on scented winds.
Stranger, traveler,
peer into our eyes & translate
the horrible barking of ancient dogs.



Camel caravans bear
witness guns to Caesar.
Hordes crawl & seep inside
the walls. The streets
flow stone. Life goes
on absorbing war. Violence
kills the temple of no sex.
XXII

Chacal, seguimos el rastro de los supervivientes de
las caravanas.
Recogemos las cosechas sangrientas de los campos de
batalla.
De la carne de ningún cadáver se privan nuestros
flacos vientres.
El hambre nos lleva hasta fragantes vientos.
Forastero, viajero,
mira fijamente nuestros ojos y traduce
el horrible ladrido de los antiguos perros.




Caravanas de camellos dan fe
de las armas del César.
Hordas se arrastran y se filtran en
las paredes. Las calles
manan piedra. La vida sigue
absorbiendo la guerra. La violencia
destruye el templo del no-sexo.
XXIII

An armed camp.
Army army
burning itself in
feasts.


XXIV

Terrible shouts start
the journey
If they had migrated sooner

a high wailing keening
piercing animal lament
from a woman
high atop a Mt. tower

Thin wire fence
in the mind
dividing the heart
XXIII

Un campamento armado.
Ejército ejército
consumiéndose en
festines.


XXIV.

Terribles gritos inician
el viaje
Si hubieran emigrado antes

alto quejumbroso agudo
desgarrador lamento animal
de una mujer
en lo alto de la torre de una Montaña

Fina alambrada
en la mente
dividiendo el corazón
XXV

Surreptitiously
They smile
Inviting-Smiling

Choktai
leave!
evil
leave!
No come here
Leave her!

A creature is nursing
its child
soft arms around
the head & the neck
a mouth to connect
leave this child alone
This one is mine
I'm taking her home
Back to the rain



XXVI

The assassin's bullet
Marries the King
Dissembling miles of air
To kiss the crown.
The Prince rambles in blood.
Ode to the neck
That was groomed
For rape's gown.



XXV

Subrepticiamente
Sonríen
Tentadoras-Risueñas

Choktai1
¡fuera!
mal
¡fuera!
No venir aquí
¡Déjala!

Una criatura está amamantando
a su hija
dulces brazos alrededor
de la cabeza y del cuello
una boca con la que conectar
deja en paz a esa niña
Es mía
Me la llevo a casa
De vuelta a la lluvia


XXVI

La bala del asesino
Se casa con el Rey
Disimulando millas de aire
Para besar la corona.
El Príncipe se tambalea en sangre.
Oda al cuello
Que fue acicalado
Como vestido de la violación.


XXVII

Cancer city
Urban fall
Summer sadness
The highways of the old town
Ghosts in cars
Electric shadows



Ensenada
the dead seal
the dog crucifix
ghosts of the dead car sun.
Stop the car.
Rain. Night.
Feel.
XXVII

Ciudad del cáncer
Declive urbano
Tristeza veraniega
Las autopistas de la vieja ciudad
Fantasmas en coches
Sombras eléctricas



Ensenada
la foca muerta
el crucifijo del perro
espíritus de los muertos coche sol.
Para el coche.
Lluvia. Noche.
Siente.
XXVIII

Sea-bird sea-moan
Earthquake murmuring
Fast-burning incense
Clamoring surging
Serpentine road
To the Chinese caves
Home of the winds
The gods of mourning




The city sleeps
& the unhappy children
roam w/ animal gangs.
They seem to speak
to their friends
the dogs
who teach them trails.
Who can catch them?
Who can make them come
inside?
XXVIII

Ave marina gemido marino
Terremoto murmurante
Incienso de rápido consumo
Clamor indignado
Carretera sinuosa
Hasta las cuevas chinas
El hogar




La ciudad duerme
y los niños desdichados
rondan con las cuadrillas de animales.
Parecen hablar
con sus amigos
los perros
Que les enseñan huellas.
¿Quién puede cogerlos?
¿Quién puede hacerlos
entrar?
XXIX

The tent girl
at midnight
stole to the well
& met her lover there
They talked a while
& laughed
& then he left
She put an orange pillow
on her breast

In the morning
Chief w/ drew his troops
& planned a map
The horsemen rose on up
The women fixed the ropes
on tight
The tents are folded now
We march toward the sea

XXX

Catalog of Horrors
Descriptions of Natural disaster
Lists of miracles in the divine corridor
Catalog of fish in the divine canal
Catalog of objects in the room
List of things in the sacred river
XXIX

La chica de la tienda
a medianoche
se deslizó hasta el pozo
y se encontró con su amante
Hablaron un rato
y rieron
después él se fue
Ella puso una almohada naranja
sobre su pecho

Por la mañana
El Jefe retiró sus tropas
y trazó un mapa
Los jinetes se levantaron
Las mujeres tensaron
las cuerdas
Ahora las tiendas están plegadas
Marchamos hacia el mar




XXX

Catálogo de Horrores
Descripciones del desastre Natural
Listas de milagros en el pasillo divino
Catálogo de peces en el canal divino
Catálogo de objetos en la habitación
Lista de cosas en el río sagrado
XXXI

The soft parade has now begun
on Sunset.
Cars come thundering down
the canyon.
Now is the time & the place.
The cars come rumbling.
“You got a cool machine.”
These engine beasts
muttering their soft
talk. A delight
at night
to hear their quiet voices
again
after 2 years.

Now the soft parade
has soon begun.
Cool pools
from a tired land
sink now
in the peace of evening


XXXI

El blando desfile ya ha empezado
en Sunset2.
Los coches bajan retumbando por
el cañón.
Es la hora y el lugar.
Los coches ruedan con gran estrépito.
“Tienes un coche muy guapo”.
Estas bestias motorizadas
murmurando su suave
conversación. Un placer
por la noche
oír sus tranquilas voces
de nuevo
después de dos años.

El blando desfile
ha empezado pronto.
Tranquilos estanques
de una tierra cansada
se hunden ahora
en la paz de la noche

Clouds weaken
& die.
The sun, an orange skull,
whispers quietly, becomes an
island, & is gone.

There they are
watching
us everything
will be dark.
The light changed.
We were aware
knee-deep in the fluttering air
as the ships move on
trains in their wake.
Trench mouth
again in the camps.
Gonorrhea
Tell the girl to go home
We need a witness
to the killing.



Las nubes desfallecen
y mueren.
El sol, una calavera naranja,
susurra en silencio, se convierte en una
isla, y desaparece.

Ahí están
mirándonos
todo
oscurecerá.
La luz ha cambiado.
Éramos conscientes
con las rodillas hundidas en el aire ondulante
mientras los barcos arrastran
trenes en su estela.
Infección bucal
de nuevo en los campos.
Gonorrea
Dile a la chica que se vaya a casa
Necesitamos un testigo
para el asesinato.


XXXII

The artists of Hell
set up easels in parks
the terrible landscape,
where citizens find anxious pleasure
preyed upon by savage bands of youths.

I can't believe this is happening
I can't believe all these people
are sniffing each other
& backing away
teeth grinning
hair raised, growling, here in
the slaughtered wind.

I am ghost killer,
witnessing to all
my blessed sanction

This is it
no more fun
the death of all joy
has come.



XXXII

Los artistas del Infierno
montan sus caballetes en los parques
el terrible paisaje,
donde los ciudadanos ven cómo el ansioso placer
es atacado por salvajes bandas de jóvenes.

No puedo creer lo que está pasando
No puede creer que toda esta gente
se olfateen unos a otros
y retrocedan
enseñando los dientes
los pelos de punta, gruñendo, aquí en
el viento asesinado.

Soy un asesino fantasma
presenciando toda
mi bendita sanción

Así es
se acabó la diversión
la muerte de toda alegría
ha llegado


Do you dare
deny my
potency
my kindness
or forgiveness?
Just try
you will fry
like the rest
in holiness

And not for a
penny
will I spare
any time
for you
Ghost children
down there
in the frightening world

You are alone
& have no need of other
you & the child mother
who bore you
who weaned you
who made you 

¿Te atreves
a negar mi
potencia
mi bondad
o perdón?
Inténtalo
te freirás
como los demás
en la santidad

Y ni por un
centavo
tendré
tiempo
para vosotros
Niños fantasmas
ahí abajo
en el espantoso mundo

Estás solo
y no necesitas a otro
tú y la madre niña
que te dio a luz
que te destetó
que te hizo hombre


XXXIII

Photo-booth killer
fragile bandit
straight from ambush

Kill me!
Kill the child who made
Thee.
Kill the thought-provoking
senator of lust
who brought you to this state.

Kill hate
disease
warfare
sadness

Kill badness
Kill madness

Kill photo mother murder tree
Kill me
Kill yourself
Kill the little blind elf

XXXIII

Asesino de la cabina de fotos
frágil bandido
directo de una emboscada

¡Mátame!
Mata al niño que te
hizo.
Mata al escandaloso
senador de la lujuria
que te puso en ese estado.

Mata al odio
la enfermedad
la guerra
la tristeza

Mata a la maldad
Mata a la locura

Mata a la foto la madre el asesino el árbol
Mátame.
Mátate.
Mata al pequeño elfo ciego.




The beautiful monster
vomits a stream of watches
clocks jewels knives silver
coins & copper blood

The well of time & trouble
whiskey bottles perfume
razor blades beads
liquid insects hammers
& thin nails the feet of
birds eagle feathers & claws
machine parts chrome
teeth hair shards of
pottery & skulls the ruins
of our time the debris by
a lake the gleaming
beer cans & rust & sable
menstrual fur

Dance naked on broken
bones feet bleed & stain
glass cuts cover your mind
& the dry end of vacuum
boat while the people
drop lines in still pools
& pull ancient trout
from the deep home. Scales
crusted & gleaming green
A knife was stolen. A
valuable hunting knife
By some strange boys
from the other camp across
the Lake.




El hermoso monstruo
vomita un chorro de relojes
despertadores joyas cuchillos monedas
de plata y sangre de cobre

El pozo del tiempo y la aflicción
botellas de whisky perfume
hojas de afeitar collares
líquido insectos martillos
y finas uñas las patas de
pájaros plumas de águila y garras
partes de maquinaria dientes
de cromo pelo fragmentos de
loza y calaveras las ruinas
de nuestro tiempo los escombros junto
a un lago las destellantes
latas de cerveza y óxido y piel
menstrual de marta

Baila desnudo sobre huesos
rotos los pies sangran y manchan
cortes de cristal cubren tu mente
y el seco final de la barca
del vacío mientras la gente
lanza hilos en tranquilos estanques
y arranca a la antigua trucha
del profundo hogar. Escamas
encontradas de un verde brillante.
Un cuchillo fue robado. Un
valioso cuchillo de caza
Por unos extraños chicos
del otro campo al otro lado del
Lago.



XXXIV

Are these our friends
racing & shuddering
thru the calm vales of parliament

My son will not die in the war
He will return
numbered peasant voice of Orient
fisherman

Last time you said
this was the only way
voice of tender young girl

Running & speaking
infected green
jungles

consult the oracle
bitter creek
crawl
they exist on rainwater

monkey-love
mantra mate
maker of brandy

The poison isles
The poison




XXXIV

Son éstos nuestros amigos
haciendo carreras y estremeciéndose
por los tranquilos valles del parlamento

Mi hijo no morirá en la guerra
Volverá
voz de campesino numerado de pescador
de Oriente

La última vez dijiste
que ésta era la única manera
voz de tierna muchacha

Corriendo y hablando
verdes junglas
infectadas

consulta el oráculo
amargo riachuelo
arrástrate
viven del agua de lluvia

amor de mono
compañero de mantra
fabricante de brandy

Las islas del veneno
El veneno




Take this thin granule
of evil snakeroot
from the southern
shore

way out miracle
will find thee

The chopper blazed over
inward click & sure
blaster matter, made
the time bombs free
of leprous lands
spotted w/ hunger
& clinging to law

Please
show us your ragged head
& silted smiling eyes
calm in fire
a silky flowered shirt
edging the eyes, alive
spidery, distant
dial lies

come, calm one
into the life-tre


Coge este diminuto gránulo
de raíz de serpiente diabólica
de la playa
del sur

Un increíble milagro
dará contigo

El helicóptero estalló
un clic interior y sin duda
material explosivo, liberó
a las bombas de relojería
de las tierras leprosas
salpicadas de hambre
y abrazadas a la ley

Por favor
enséñanos tu recortada cabeza
y tus encenegados ojos sonrientes
tranquilos en el fuego
una sedosa camisa de flores
ribeteando los ojos, de alambre
cargado, distantes
mentiras de dial

ven, hombre tranquilo
a la prueba de la 


already wifelike
latent, leathery, loose
lawless, large & languid
She was a kingdom-cry
legion of lewd marching
mind-men

Where are your manners
out there on the sunlit
desert
boundless galaxies of dust
cactus spines, beads
bleach stones, bottles
& rust cars, stored for shaping

The new man, time-soldier
picked his way narrowly
thru the crowded ruins
of once grave city, gone
comic now w/ rats
& the insects of refuge

He lives in cars
goes fruitless thru
the frozen schools
& finds no space
in shades of obedience



ya como esposa
latente, curtida, suelta
anárquica, espléndida y lánguida
Era un grito del reino
legión de obscenos desfilando
hombres de la mente

Dónde están tus maneras
ahí en el desierto
soleado
ilimitadas galaxias de polvo
espinas de cactus, collares
piedras blanqueadas, botellas
y coches oxidados, depositados para ser tallados

El nuevo hombre, soldado del tiempo
se abrió camino estrechamente
por las apiñadas ruinas
de lo que antes fuera una severa ciudad, ahora
cómica con ratas
y los insectos del refugio

Vive en los coches
atraviesa inútilmente
las heladas escuelas
y no encuentra espacio
en las sombras de la obediencia


the monitors are silenced
the great graveled guard-towers
sicken on the westward beach
so tired of watching

if only one horse were left
to ride thru the waste
a dog at his side
to sniff meat-maids
chained on the public poles

there is no more argument
in beds, at night
blackness is burned
Stare into the parlors of town
where a woman dances
in “her European gown
to the great waltzes
this could be fun
to rule a wasteland


los monitores han sido silenciados
las grandes torres de vigilancia cubiertas de grava
Clareadas en la playa del oeste
hartas de mirar

sólo que quedara un caballo
para cabalgar por el yermo
un perro a su lado
para olfatear a las doncellas de la carne
encadenadas a los postes públicos

ya no hay discusiones
en las camas, durante la noche
la oscuridad es quemada
Mira los salones de la ciudad
donde una mujer baila
con su vestido europeo
los grandes valses
podría ser divertido
gobernar un yermo


XXXV

Cherry palms
Terrible shores
& more
& many more

This we know
that all are free
in the school-made
text of the unforgiven

deceit smiles
incredible hardships are suffered
by those barely able
to endure

but all will pass
lie down in green grass
& smile, & muse, & gaze
upon her smooth
resemblance
to the mating-Queen
who it seems
is in love
w/ the horseman

now, isn't that fragrant
Sir, isn't that knowing
w/ a wayward careless
backward glance



July 24, 1968
Los Angeles, The United States, Hawaii
XXXV

Palmeras de cerezas
terribles playas
y más
y muchas más

Esto sabemos
que somos libres
en el texto escolar
de lo no perdonado

las sonrisas del engaño
increíbles dificultades sufren
aquéllos apenas capaces
de sobrevivir

pero todo pasará
estírate en la verde hierba
y sonríe, y medita, y contempla
su grata
semejanza
con la Reina del acoplamiento
que parece
estar enamorada
del jinete

ahora, ¿no es fragante?
Señor, ¿no es malicioso?
con una descuidada y caprichosa
mirada hacia atrás




24 julio, 1968
Los Ángeles, Estados Unidos, Hawaii
1 Choktai: nombre de una tribu india americana. Similar a los Mohawk.

2 Sunset: Bulevar de Los Ángeles